domingo, septiembre 27, 2009

And the oscar goes to....


El secreto de los ojos del INCAA era bastante obvio. La película de Juan José Campanella fue elegida para representar al cine argentino en la próxima entrega de los premios Oscar.

El secreto de sus ojos trata la historia de Benjamín Espósito (Ricardo Darín), empleado de un juzgado penal, quien tras jubilarse, decide escribir un libro acerca de un caso de homicidio que lo marcó para toda su vida. Es una película muy interesante, más allá de la historia en si misma. El director tuvo la virtud de crear una sólida amalgama de diferentes géneros. El popurrí de Campanella está compuesto por una buena dosis de comedia, sobre todo en la primera hora del film; algunos momentos de tensión y suspenso, mayoritariamente en los puntos clave de la historia; la trama policial y, como no podía faltar en una película del director de El hijo de la novia, el amor como sustento.

Sin embargo, y ojalá me equivoque, no creo que sea un film con las características necesarias como para llevarse la famosa estatuilla. Como bien decía un periodista italiano en la conferencia de prensa de la película en el Festival de San Sebastián, el film es una excelente combinación de cine comercial y de autor. Por más paradójico que suene, si hablamos de la industria hollywoodense, lo comercial (y el género) atenta contra sus posibilidades. Si nos retrotraemos hacia los últimos ganadores del Oscar a mejor película de habla no inglesa, el tipo de cine social, político e incluso bélico se llevó la mayoría de los galardones. De hecho, en el último festival de San Sebastián, cuando todos daban por hecho que El secreto de sus ojos iba a llevarse la Concha de oro (dígale No al chiste fácil), el jurado prefirió darle el premio al film chino City of life and death, del director Lu Chuan (vale aclarar que es una película bélica…).

Más allá de que tenga posibilidades o no, El secreto… logra atrapar al espectador. La química entre Darín y Villamil es fundamental, mientras que Sandoval, personaje interpretado por Guillermo Francella, aporta un aire de frescura y relajación.

Párrafo aparte para el “plano secuencia” (entre comillas porque en realidad no lo es) en la cancha de Huracán. Una escena que llevó tres días de rodaje y nueve meses (sí, nueve) de posproducción, con un programa que suele utilizar Peter Jackson en sus películas.

En el mes de enero la Academia estadounidense de artes audiovisuales elegirá a los nueve finalistas, de los cuales cinco lucharán por el Oscar a mejor película extranjera. El último film nacional nominado fue El hijo de la novia, del mismo director.