lunes, febrero 20, 2012

Ciegos entre Ciegos


¿Qué harías si todo el mundo estuviera ciego? A partir de una realidad cuasi apocalíptica en la que todo el mundo sufre una epidemia de "ceguera blanca", José Saramago retrata con un nivel de detalle que roza lo escatológico, una realidad plagada de miserias y frustraciones, de búsqueda mutua de consuelo, de necesidad y dependencia para con el otro, de llanto respondido con llanto. Un mundo que puede ser el de cualquiera, que escapa a los nombres, países y lenguas, que busca ser una metáfora de lo universal, de aquello que nos une a pesar de las diferencias. Todo puede ser diferente, pero la esencia de nuestros cuerpos es la misma, y eso nos iguala. Y ante la ausencia de imagen, y por ende de ciertos prejuicios burdos, todos somos lo mismo. Y así como nuestros ojos pueden ser privados de su libertad, el espíritu tiene poder de decisión. Puede ser quebrado, pero intentará prevalecer. O al menos tiene la libertad para hacerlo.

Ensayo sobre la ceguera plantea una lucha de espíritus, que buscan prevalecer ante la adversidad, ante el cambio de una realidad conocida hasta entonces. Cuando uno es ciego y los demás ven, sabemos que, más allá de la dificultad, siempre puede haber una guía que nos marque el camino indicado. Saramago plantea un escenario diferente, en el que todos se necesitan entre sí, en el que las "capacidades diferentes" alcanzan el grado de normalidad.

En cuanto a la película, Blindness, no logra transmitir completamente la idea. Parece más un resumen del libro que una película en sí misma. Partes inconexas, poca profundidad de los personajes y comportamientos inverosímiles que se justifican en el libro, pero no en la adaptación. Lo cierto es que los tiempos cinematográficos no permiten aplicar el recurso de la repetición y del detalle que tan bien utiliza Saramago, y que logran generar en el lector un conocimiento superior de cada unos de los personajes, y por ende de sus actos. En la película se muestran muchas actitudes que están en el libro, pero que pierden sentido por su "soledad" dentro del film. No están justificadas.

No todas son pálidas. Creo que se puede rescatar el uso de ciertos recursos, como los fuera de foco, la tonalidad blanca de la imagen y la puesta en escena dentro del manicomio y en las tomas exteriores.

La adaptación cinematográfica tiene al peor competidor, que no es el libro, sino la imaginación del lector. Tal vez la idea de fidelidad no sea la más adecuada para lograr que el espectador -que leyó el libro- se sienta identificado con esta forma diferente de comunicar una idea. Buscar una identidad propia, despegarse un poco del ladrillo atado al pie que implica el libro para la película, tal vez sea la mejor manera de lograr que el espectador y el lector logren convivir en su propia imaginación.