viernes, febrero 04, 2011
Ser, esa es la cuestión
“Te vas a cagar de hambre”, me dice uno al pasar. Como si supiera –aun sin conocerme- que el futuro en el periodismo me va a deparar más miserias y frustraciones que alegrías y remuneraciones. Tal vez en una discusión, aquellos que descreen de las posibilidades que brinda esta profesión, tengan argumentos más sólidos que los míos. Algunos auguran su extinción y lo ubican en las listas de los empleos peor pagados. Otros consideran que la diversidad de fuentes de información –sobre todo con las nuevas tecnologías – va depurando la necesidad del intermediario, volviendo prescindible el nexo entre el acontecimiento y los receptores de la noticia. A su vez, en sociedades polarizadas ideológicamente, la crispación provoca una maximización de la opinión del periodista, ubicándolo en un bando u en otro y denostándolo en caso de no corresponder a la expectativa del lector u oyente. Dicen que se venden, que se creen voz autorizada, que cualquiera puede hacer su trabajo sin necesidad de estudiarlo. Vivimos una época en la que el periodista no sólo transmite una información, sino que también él mismo se vuelve noticia. Queda sobreexpuesto – o quemado, siguiendo con los términos fotográficos -y esto atenta contra su credibilidad.
Es cierto que no existe la objetividad periodística. Aún cuando uno pretende tender hacia la objetividad, cada idea y cada palabra que se utiliza implica una elección, una mirada diferente a la del resto. El problema surge cuando uno cierra los ojos para no ver aquello que puede atentar contra los propios argumentos y los abre sólo para ver aquellas situaciones que justifican nuestras ideas. Algunos hablan de tibios, grises, de periodistas que no se aferran a ningún valor, que quedan bien parados ante cualquier circunstancia. Se tiende a generalizar y no se ve que cada periodista es un mundo aparte. No es una defensa corporativa. El periodista es víctima y victimario.
Mis argumentos pueden ser débiles o fuertes dependiendo de los valores y de las perspectivas de vida que uno tenga. Quiero ser periodista porque me satisface la posibilidad de comunicar, de servir la información en bandeja, de transmitir un pensamiento. Desde aquellos años en los que mi viejo me traía el diario a la noche e inmediatamente me sentaba a leer las buenas nuevas, pasando por los momentos en los que recortaba noticias y las pegaba en cuadernos, hasta una actualidad signada por el estudio de una carrera que me obliga a escribir y pensar teniendo en cuenta múltiples variables . Y cuando uno entiende e incorpora esa lógica de funcionamiento, las palabras fluyen como pez en el agua.
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