sábado, marzo 21, 2009

Yo-Ya-Lo-Sabía


El otro día leí un texto de Psicología Social que se centraba en defenderse de aquellas críticas que veían en esta disciplina una mera enunciación de teorías que no hacen más que describir situaciones o características humanas que todos ya conocen. Sería algo así como una falta de respecto al sentido común de la gente. A pesar de que, según mi opinión, hay cierta dosis de verdad en esta crítica, también me pareció interesante la postura de los estudiosos, que contraatacaban criticando la arrogancia y la contradicción del ser humano. Postulaban que las personas se dan cuenta de la obviedad de las cosas una vez que estas sucedieron. Es tal el orgullo que pocos se animan a predecir acontecimientos o resultados de los mismos, pero una vez que estos terminan, se alzan todas las voces diciendo que era más que seguro que tal cosa iba a pasar. Es el fenómeno “pero-si-yo-ya-lo-sabia”. Es como quien dice: “Con el diario del lunes cualquiera”. Me gusta la frase del filósofo y teologo danés Sören Kierkegaard, que dice que “la vida se vive hacia delante y se comprende hacia atrás”. Concuerdo completamente.
Los autores también se basan en refranes populares para justificar la contradicción del ser humano. Además dicen que la gente, muchas veces, fundamenta sus acciones en estos dichos ¿“El miedo es más fuerte que el amor” o “el amor es más fuerte que el miedo”? John Donne dijo que ningún hombre es una isla, mientras que Thomas Wolfe cree que, efectivamente, todo hombre es una isla. ¿“La distancia acrecienta el sentimiento” u “ojos que no ven, corazón que no siente”? ¿Los opuestos se atraen o Dios los cría y ellos se juntan?
Me resulta gracioso que estos psicólogos sociales, al fin y al cabo también se están criticando a sí mismo, por su condición de persona. Igualmente defiendo esta disciplina porque muchas veces a uno le tienen que decir las cosas para darse cuenta y, además, el estudio de las personas y su comportamiento en sociedad ayuda a mejorar cuestiones vinculadas con las relaciones que tan mal están en estos tiempos.
No es una novedad decir que somos arrogantes y contradictorios, yo-ya-lo-sabía.

jueves, marzo 12, 2009

La era del no me acuerdo


Hace miles de años, cuando todavía no habían surgido las primeras formas de escritura, los grupos humanos se comunicaban en forma oral. Primero a través de gemidos, gritos y gestos y luego a través de palabras cuyo significado era común para todos. Época en la cual los viejos sabios transmitían oralmente sus conocimientos, sus historias, mitos y leyendas a los jóvenes, ya que no había posibilidad de plasmar esas ideas sobre un soporte. Eso posibilitaba que la memoria de las personas se desarrolle a niveles que hoy en día serían realmente admirados. En este aspecto, el desarrollo de la humanidad sufrió un fuerte declive tras haber avanzado profundamente.
Con el devenir de la escritura, la memoria humana se fue “relajando”, generando la posibilidad de delegar en el soporte (ya sea, arcilla, papiro o papel) todo el conocimiento. Surge así la capacidad de documentación, de conservación, para que futuras generaciones puedan aprender de hombres que vivieron hace muchos años, ya que sus ideas se mantenían intactas. Cuando aparecen los primeros libros, como toda novedad, la lectura era privilegio de pocos. Eran caros y escasos, inalcanzables para millones de pobres analfabetos.
Probablemente, antes de la era digital, la lectura de libros era mucho más masiva. Era uno de los mayores entretenimientos, la posibilidad de sumergirse en atrapantes historias de terror, suspenso o amor. Hace más de cien años, con la llegada del cine, se pudieron plasmar muchas de esas historias en imágenes, primero en blanco y negro y, 30 años más tarde, en color. Pero eso no significó una fuerte disminución en la lectura de libros. A mediados del siglo 20, con el invento de la “caja boba”, el que más sufrió fue, justamente, el cine, ya que las personas priorizaban quedarse en su casa viendo televisión, antes que ver una película con gente alrededor comiendo. La televisión, en forma progresiva, influyó también en la pérdida de muchos lectores, no solo de libros, sino también de periódicos. El papel se iba convirtiendo en algo obsoleto.
Hace ya 40 años, aproximadamente, se crearon las primeras computadoras y el hecho de reemplazar el lápiz por un teclado significaba algo realmente cómodo para muchas personas. Dos décadas después, Internet revolucionó el mundo. La lectura de libros era cada vez menor, ya que ahora eran dos los titanes que le iban quitando protagonismo. La digitalización de grandes ejemplares profundizó la cuestión.
Hoy en día son pocos los que se sientan a escribir a mano y a leer del papel. Son esos nostálgicos que no quieren enfrentarse a la realidad virtual. Se vive en una vorágine de información, donde todo toma un ritmo vertiginoso, donde la posibilidad de retención es cada vez menor. La comparación con aquella era, en la cual la oralidad era protagonista, genera escalofríos. El mundo transcurre a través de la electricidad, al igual que las ideas y pensamientos. Ceros y unos son nuestra forma de comunicación más importante actualmente. Los diarios en papel se venden cada vez menos, muchos libros son prácticamente regalados y los avances son cada vez más abrumadores.

jueves, marzo 05, 2009

Piezas


Caminando por las silenciosas circunstancias de la vida. Vida con sonidos fugaces que llaman la atención del caminante. Caminante que visualiza una imagen en su mente. Mente deteriorada por el paso del tiempo. Tiempo que no se detiene y marcha paralelamente a los pasos de este hombre. Hombre que imaginó tanto que su oportunidad siguió de largo. Largo tramo sin final de partida. Partida entre la vida y la muerte. Muerte es quien mueve la pieza del caminante y vida espera con atención. Atención a los movimientos de las piezas, hasta que el tiempo inmortal deje a un lado su capricho. Capricho que decide la continuación o el final de la historia. Historia de un tablero que marcó las bases de la existencia. Existencia inexplicable de piezas que se creen únicas. Únicas son las decisiones de la vida y la muerte sobre el destino de las piezas.