martes, marzo 11, 2008

La realidad de hoy


A veces me pongo a pensar lo aislados que estamos la mayoría de la realidad. Cuando vemos un noticiero y nos enteramos de la muerte de 17 personas en un accidente de tránsito, incluida una familia entera (compuesta por seis personas) o de algún atentado en los pagos asiáticos, o de cualquier acontecimiento que genere la muerte de un ser humano, uno suele preguntarse por qué suceden estas cosas. Sin embargo, lo más difícil de entender es la naturalidad o la frialdad que adquirimos luego de tantos años en los cuales un accidente, un atentado, un asesinato a sangre fría por dos pesos, se volvió moneda corriente. Lo más incompresible es que aquello que nos representan hablan de una sensación de inseguridad. Es cierto que los medios de comunicación, en su afán de informar y de llegar a toda una sociedad, suelen generar (en aquellos que quieren justificar lo injustificable en vías del progreso personal) una idea exagerada de la realidad. Creo que no hay idea más exagerada que la de vivir uno mismo aquello que se volvió tan natural. Vivimos rodeados de problemas que no hacen más que generar desesperanza. Un mundo en vías de extinción, una comunidad mundial constantemente enfrentada, enfermedades por doquier. Estamos en una lucha constante y cada vez tenemos más batallas y más adversarios. Lo que sí creo es que muchos piensan: Bueno, si yo cambio, no pasa nada, una persona no puede marcar la diferencia. En ese sentido pienso que si cada uno cree que puede marcar una diferencia, que lo haga. La suma de la partes hace un todo y a la vez ese todo no existe sin una de esas partes. Ya se que me estoy desvirtuando, comencé con un accidente de tránsito y termino con salvar el planeta, pero ¿No creen que todo está tan relacionado? Al fin y al cabo lo importante es saber que nosotros somos los protagonistas de la película y tenemos que tomar la responsabilidad como tal. Me dieron ganas de dejar de lado por hoy la metáfora y ser lo suficientemente claro para hablar de un tema que necesitamos entender. Y por último, hay algo que deberíamos saber: somos más los que queremos que las cosas salgan bien, más allá de que estemos pendientes de lo que hagan aquellos que tienen la idea constante de perjudicar.

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