miércoles, noviembre 30, 2011
Hernán Casciari: ¿Cómo matar al intermediario?
En esta oportunidad sigo un poco la lógica del post anterior, en el que postulaba un periodismo sin intermediarios (tengo que dejar de plantear estas cosas, me voy a quedar sin laburo). El que habla en este video es Hernán Casciari, autor del blog Orsai y de libros como "Más respeto que soy tu madre". En la charla de 18 minutos que brindó en TEDxRiodelaPlata, Casciari cuenta un poco acerca de sus experiencias profesionales y de cómo éstas lo llevaron a crear la revista Orsai. Esta publicación trimestral, que cuenta con más de 200 páginas y la firma de grandes periodistas, literatos, dibujantes y otros habitúes del ámbito cultural, carece de publicidades y de intermediarios. Casciari busca reflejar en el proyecto su cruzada contra el sistema y las editoriales, que suelen aprovecharse de los autores otorgándoles sólo un 8% de los beneficios de las ventas. La charla y el proyecto son puro romanticismo. Una utopía posible. Sin embargo, también es necesario mencionar que el autor recibió reconocimiento, no sólo por su trabajo, sino también por la plataforma que significó el apoyo del sistema. ¿O acaso hubiera podido Casciari llevar a cabo este proyecto sin el respaldo previo del sistema que lo hizo popular? Aclaro, por las dudas, que me encanta lo que propone y que todo el mérito se lo lleva él, el autor. Pero también es cierto que el sistema está hecho para que sólo puedas triunfar adentro, y no afuera. Salvo que hayas sido parte.
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viernes, noviembre 25, 2011
Conversaciones sobre el futuro: Guardiola vs. Trueba
La entrevista es una de las herramientas clave del periodismo. Se puede dar en distintos ámbitos, tiempos y formas. El clima de la televisión suele ser el más complicado por un simple motivo: el entrevistado se puede sentir intimidado por toda la parafernalia que rodea al medio, sabiendo que miles de personas lo están viendo en ese preciso instante y que cualquier respuesta salida mínimamente del libreto puede alimentar al monstruo. Entonces el resultado va a depender de la capacidad del periodista para enajenar a su interlocutor y de la experiencia del entrevistado, para dejarse persuadir o no.
¿A qué viene esta introducción? A un video que muestra una charla entre Pep Guardiola, técnico del Barcelona, y el director de cine español Fernando Trueba. Es una conversación sin intermediarios, que reúne a dos entrevistados. Ninguno se siente interrogado. Al contrario, saben que están en el mismo estado de situación. Cualquier pregunta que pueda surgir entre ellos es producto de la mera curiosidad. La vorágine mediática que se percibe en cualquier programa de televisión, es reducida a su mínima expresión: dos sillones, dos mesas, dos copas, dos cámaras; un clima de silencio y semi-oscuridad, potenciado por el blanco y negro de la imagen.
Trueba y Guardiola, cada uno desde su lugar, reflexionan acerca de sus respectivos trabajos y de cómo estos pueden vincularse de múltiples maneras. El trato con los jugadores/actores, el espíritu amateur en el profesionalismo (ya sea en el fútbol o en el cine), las diferentes etapas dentro de una profesión (que incluye una frase interesante de Trueba acerca de sobrevaloración de la juventud), etc. Maravilloso desde todo punto de vista, desde lo formal hasta el contenido.
En una época en la que es cada vez más difícil sorprenderse con declaraciones o escuchar respuestas profundas en las entrevistas, éste tipo de conversaciones nos permiten reflexionar acerca del rol del periodista y de cómo aquellas personas ajenas al medio desconfían de éste. La desconfianza parte de la traición a la que se pueden ver sometidos los declarantes. Los títulos fuera de contexto, los falsos rumores que surgen producto de intereses, la falta de respeto por el off the record, etc. Si se sigue de esta manera, vamos a poder seguir disfrutando de estas charlas maravillosas, pero sin intermediarios. Nosotros, los periodistas, nos vamos a volver prescindibles.
jueves, noviembre 03, 2011
El clima de "resistencia" en el búnker de Carrió
Nota que hice sobre la cobertura de las elecciones en el búnker de la Coalición Cívica. Fue publicada en Perfil.com
“No nos tenemos que mostrar caídos”, le decía un joven militante a dos compañeros mientras miraban la televisión en la sede central de la Coalición Cívica, ubicada en Rivadavia 1475. Sin embargo, militantes y candidatos reflejaban la imagen de la derrota aún antes de escuchar los primeros datos oficiales. Los resultados de las primarias y los números de boca de urna representaban una realidad difícil de ignorar.
A las 18, una vez cerrados los comicios, sólo seis de las 72 sillas de la sala de prensa se encontraban ocupadas por periodistas. Los militantes llegaban de a uno, con signos de frustración, como si supieran de antemano los resultados finales. Algunos periodistas, ante la falta de sorpresa de la elección, pedían que alguien ponga un partido de fútbol en los televisores para darle un poco de emoción al ambiente.
Pasadas las 19.30, el diputado Fernando Iglesias accedió a la sala de prensa y sostuvo ante Perfil.com: “Este resultado es la ratificación de lo que se votó en agosto. Tenemos una sensación de frustración y preocupación por el futuro del país”. Y agregó: “la Coalición ha sido una fuerza consistente de la oposición y lo seguiremos siendo, ya sea con un bloque de diputados más grande o con uno más chico”.
A las 20.30, antes de que el ministro del interior Florencio Randazzo brindara los primeros datos oficiales, Elisa Carrió comenzó la conferencia de prensa ante un auditorio semivacío. La candidata a presidente reconoció la derrota y se autoproclamó “líder de la resistencia, pero ya no de la oposición”. Cuando se le preguntó acerca de las causas del resultado, Carrió aseguró: “La sociedad no quiere la verdad. No le gusta la autenticidad. Pero los entiendo y los quiero. No estoy enojada”.
Luego de 15 minutos, una vez terminada la conferencia, Carrió se fue rápidamente del recinto junto a otros miembros del partido. Mientras algunos se mostraban dolidos, otros se tomaban la situación con humor. “Ahora empieza la resistencia”, decía con ironía un militante mientras cantaba la canción Resistiré.
Sólo el candidato a gobernador bonaerense Juan Carlos Morán y la senadora María Eugenia Estenssoro se quedaron dialogando con la prensa. “No es un momento de felicidad para nosotros”, aseguró la senadora, mientras la televisión mostraba a jóvenes kirchneristas llegando a la Plaza de mayo. “Hemos visto llenarse esa plaza por líderes que después nadie votó y por causas como la Guerra de Malvinas que después nadie apoyó”, afirmó Estenssoro.
Pasadas las 22, en un pequeño cuarto aledaño repleto de partidarios de la Coalición Cívica, Fernando Iglesias, Alfonso Prat Gay y otros candidatos escuchaban con desazón el discurso de Cristina Fernández. Ante cada expresión de la presidenta electa, sonaban con fuerza los murmullos y alaridos desaprobatorios de candidatos y militantes. Mientras tanto, el 1.75 por ciento momentáneo ya era una sentencia.
“No la puedo ver más”, decía una militante que escuchaba el discurso de Cristina. En silencio, el búnker se fue vaciando poco a poco. Las cámaras ya estaban apagadas, los técnicos ya habían levantado sus equipos. Sólo unos pocos se quedaban charlando mientras comían los últimos bocados del catering.
“Si el partido me brinda absoluta libertad, seguiré liderando la resistencia”, aseguró Carrió. Su chacra de Corrientes la espera, pero no todavía: “me quedan dos años como diputada nacional y desde el Congreso voy a defender los mismos principios”. Más allá de haber sufrido la peor elección de su carrera política, la líder de la Coalición Cívica considera que todavía tiene tela para cortar.
“No nos tenemos que mostrar caídos”, le decía un joven militante a dos compañeros mientras miraban la televisión en la sede central de la Coalición Cívica, ubicada en Rivadavia 1475. Sin embargo, militantes y candidatos reflejaban la imagen de la derrota aún antes de escuchar los primeros datos oficiales. Los resultados de las primarias y los números de boca de urna representaban una realidad difícil de ignorar.
A las 18, una vez cerrados los comicios, sólo seis de las 72 sillas de la sala de prensa se encontraban ocupadas por periodistas. Los militantes llegaban de a uno, con signos de frustración, como si supieran de antemano los resultados finales. Algunos periodistas, ante la falta de sorpresa de la elección, pedían que alguien ponga un partido de fútbol en los televisores para darle un poco de emoción al ambiente.
Pasadas las 19.30, el diputado Fernando Iglesias accedió a la sala de prensa y sostuvo ante Perfil.com: “Este resultado es la ratificación de lo que se votó en agosto. Tenemos una sensación de frustración y preocupación por el futuro del país”. Y agregó: “la Coalición ha sido una fuerza consistente de la oposición y lo seguiremos siendo, ya sea con un bloque de diputados más grande o con uno más chico”.
A las 20.30, antes de que el ministro del interior Florencio Randazzo brindara los primeros datos oficiales, Elisa Carrió comenzó la conferencia de prensa ante un auditorio semivacío. La candidata a presidente reconoció la derrota y se autoproclamó “líder de la resistencia, pero ya no de la oposición”. Cuando se le preguntó acerca de las causas del resultado, Carrió aseguró: “La sociedad no quiere la verdad. No le gusta la autenticidad. Pero los entiendo y los quiero. No estoy enojada”.
Luego de 15 minutos, una vez terminada la conferencia, Carrió se fue rápidamente del recinto junto a otros miembros del partido. Mientras algunos se mostraban dolidos, otros se tomaban la situación con humor. “Ahora empieza la resistencia”, decía con ironía un militante mientras cantaba la canción Resistiré.
Sólo el candidato a gobernador bonaerense Juan Carlos Morán y la senadora María Eugenia Estenssoro se quedaron dialogando con la prensa. “No es un momento de felicidad para nosotros”, aseguró la senadora, mientras la televisión mostraba a jóvenes kirchneristas llegando a la Plaza de mayo. “Hemos visto llenarse esa plaza por líderes que después nadie votó y por causas como la Guerra de Malvinas que después nadie apoyó”, afirmó Estenssoro.
Pasadas las 22, en un pequeño cuarto aledaño repleto de partidarios de la Coalición Cívica, Fernando Iglesias, Alfonso Prat Gay y otros candidatos escuchaban con desazón el discurso de Cristina Fernández. Ante cada expresión de la presidenta electa, sonaban con fuerza los murmullos y alaridos desaprobatorios de candidatos y militantes. Mientras tanto, el 1.75 por ciento momentáneo ya era una sentencia.
“No la puedo ver más”, decía una militante que escuchaba el discurso de Cristina. En silencio, el búnker se fue vaciando poco a poco. Las cámaras ya estaban apagadas, los técnicos ya habían levantado sus equipos. Sólo unos pocos se quedaban charlando mientras comían los últimos bocados del catering.
“Si el partido me brinda absoluta libertad, seguiré liderando la resistencia”, aseguró Carrió. Su chacra de Corrientes la espera, pero no todavía: “me quedan dos años como diputada nacional y desde el Congreso voy a defender los mismos principios”. Más allá de haber sufrido la peor elección de su carrera política, la líder de la Coalición Cívica considera que todavía tiene tela para cortar.
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lunes, septiembre 05, 2011
La clínica del doctor de muñecas: un oficio en vías de extinción
Es uno de los tantos oficios artesanales de la ciudad de Buenos Aires que están desapareciendo. Julio Roldán, restaurador de muñecas, cuenta cómo es su trabajo y porqué es tan difícil continuar con este negocio.
Brazos en una mesa. Manos y piernas en otra. Ojos que miran hacia todas partes. Ingresar a la “Clínica de muñecas Alfa” del “Doctor” Julio Roldán es como adentrarse en un tétrico mundo de fantasía alejado de toda realidad. El local, ubicado en Venezuela y Castro Barros, es un templo de nostalgia. Luego de haberle dedicado casi 50 años al negocio de la reparación de muñecas, Roldán reconoce que su amado oficio está en vías de extinción.
Muñecas de plástico, porcelana, pasta, celuloide, entre otros materiales, forman parte de un negocio que se achicó tras el fallecimiento de Antonio Caro, un reconocido restaurador del barrio de Monserrat, dueño de la famosa “Casa de las muñecas”. Ahora sólo queda Roldán. “Tengo clientes regulares, y a veces vienen familiares de esos clientes que me dicen que no encuentran otros lugares para reparar sus antiguas muñecas”, afirma Julio.
Era un oficio popular. Daniela Pelegrinelli, autora del primer “Diccionario de juguetes argentinos”, sostiene que la práctica de llevar a arreglar las muñecas era común a principios del siglo XX. “Se podía encontrar más de un negocio por barrio. Buenos Aires supo tener reconocidas clínicas de muñecas, como J.M. Rosell, La Beba o Casa Schill”, asegura la escritora.
Con el correr de los años, la producción en serie de muñecos de menor calidad fue desplazando a los antiguos ejemplares de porcelana. “Hoy todo es descartable. Te comprás una muñeca y a la semana se te rompe. Yo eso no lo arreglo, no me interesa. Lo mío es un trabajo artístico”, cuenta “el doctor”, como le dicen en el barrio de Almagro.
¿El doctor? Si. “Si nosotros vamos al doctor, ¿por qué no van a poder ir las muñecas?”, pregunta Roldán. Y asegura: “La gente llama y pide por el doctor. Y su lugar de trabajo es la clínica, porque las muñecas terminan internadas durante horas, días, semanas o meses”. Cada tanto la gente deja un “clavo” –muñecas abandonadas- que pasan a formar parte del gran depósito de repuestos que hay en el taller. Para Roldan, las muñecas reciben el mismo afecto y dedicación que una persona, por la delicadeza del trabajo.
Según Pelegrinelli, para la gran mayoría de las personas, hoy es impensable llevar a arreglar una muñeca. “Las compran nuevas”, dice. Sin embargo, sostiene que las clínicas de muñecas hacen recordar la relación entre un niño y su juguete, un vínculo que antes no se rompía fácilmente.
“A pesar de que hoy es común, en otras épocas no se descartaban los objetos queridos para reemplazarlos por otros nuevos”, agrega Pelegrinelli, quien cree que “el doctor de muñecas no es un restaurador, sino un componedor que se ocupa de todo tipo de pacientes, no sólo de muñecas de colección caras y exóticas”.
El negocio resiste como puede. El hijo de Roldán, contador público de 29 años, se encarga de publicitar el trabajo de su padre en Internet. Creó una página web y cuentas en diversas redes sociales, como Facebook o Twitter. Sin embargo, Roldán cree que la mejor publicidad es el boca en boca. “Esto se da partir de la confianza que genera uno al realizar un buen trabajo y ser siempre responsable y puntual”, dice Roldán.
El oficio del “doctor de muñecas” se transmite de generación en generación. “Esto no es algo que puedas aprender de un día para el otro. Esto se mama desde chico”, cuenta Roldán, que a pesar de tener dos hijos, ninguno está interesado en continuar con el negocio. “Yo no los voy a obligar. No quiero que después me echen la culpa por no haber hecho lo que ellos querían”, cuenta con cierta resignación.
Muchos de los clientes son personas que quieren recuperar sus antiguas muñecas para regalárselas a sus hijas o nietas. Roldán recuerda el caso de una chica que, tras la crisis del 2001, se fue a vivir a España, donde hoy cría a su primera hija. “La madre de esa chica me pidió que le arregle tres muñecas para poder llevárselas a su nieta. Yo le dije que no había problema, pero que a cambio quería que me trajera una foto de toda la familia al lado de las muñecas. Y me la trajo”, cuenta Roldán.
“Hoy, las niñas que jugaban con esas muñecas, son madres y abuelas que quieren mantener el recuerdo intacto, para compartirlo con sus hijas o nietas. No recuperan sólo el juguete, recuperan su infancia. Estos juguetes representan los lazos familiares”, dice Roldán, que a su alrededor tiene decenas de muñecas que hacían furor en otras épocas, como las Shirley Temple, la Mariquita Pérez o la Rayito de Sol, hecha en Argentina.
Julio recuerda que, en su afán de seguir siempre con el mismo negocio, sufrió momentos muy duros: “el menemismo me fundió, cerraba todo, no venía nadie”. Hoy, a pesar de que cuenta con una clientela suficiente, no logra ver con claridad el futuro de este oficio: “Creo que soy el único que queda”. Sin embargo, se mantiene esperanzado: “Siempre habrá chicos. Mientras haya niños, habrá muñecos. Si hay muñecos, hay trabajo”.
Brazos en una mesa. Manos y piernas en otra. Ojos que miran hacia todas partes. Ingresar a la “Clínica de muñecas Alfa” del “Doctor” Julio Roldán es como adentrarse en un tétrico mundo de fantasía alejado de toda realidad. El local, ubicado en Venezuela y Castro Barros, es un templo de nostalgia. Luego de haberle dedicado casi 50 años al negocio de la reparación de muñecas, Roldán reconoce que su amado oficio está en vías de extinción.
Muñecas de plástico, porcelana, pasta, celuloide, entre otros materiales, forman parte de un negocio que se achicó tras el fallecimiento de Antonio Caro, un reconocido restaurador del barrio de Monserrat, dueño de la famosa “Casa de las muñecas”. Ahora sólo queda Roldán. “Tengo clientes regulares, y a veces vienen familiares de esos clientes que me dicen que no encuentran otros lugares para reparar sus antiguas muñecas”, afirma Julio.
Era un oficio popular. Daniela Pelegrinelli, autora del primer “Diccionario de juguetes argentinos”, sostiene que la práctica de llevar a arreglar las muñecas era común a principios del siglo XX. “Se podía encontrar más de un negocio por barrio. Buenos Aires supo tener reconocidas clínicas de muñecas, como J.M. Rosell, La Beba o Casa Schill”, asegura la escritora.
Con el correr de los años, la producción en serie de muñecos de menor calidad fue desplazando a los antiguos ejemplares de porcelana. “Hoy todo es descartable. Te comprás una muñeca y a la semana se te rompe. Yo eso no lo arreglo, no me interesa. Lo mío es un trabajo artístico”, cuenta “el doctor”, como le dicen en el barrio de Almagro.
¿El doctor? Si. “Si nosotros vamos al doctor, ¿por qué no van a poder ir las muñecas?”, pregunta Roldán. Y asegura: “La gente llama y pide por el doctor. Y su lugar de trabajo es la clínica, porque las muñecas terminan internadas durante horas, días, semanas o meses”. Cada tanto la gente deja un “clavo” –muñecas abandonadas- que pasan a formar parte del gran depósito de repuestos que hay en el taller. Para Roldan, las muñecas reciben el mismo afecto y dedicación que una persona, por la delicadeza del trabajo.
Según Pelegrinelli, para la gran mayoría de las personas, hoy es impensable llevar a arreglar una muñeca. “Las compran nuevas”, dice. Sin embargo, sostiene que las clínicas de muñecas hacen recordar la relación entre un niño y su juguete, un vínculo que antes no se rompía fácilmente.
“A pesar de que hoy es común, en otras épocas no se descartaban los objetos queridos para reemplazarlos por otros nuevos”, agrega Pelegrinelli, quien cree que “el doctor de muñecas no es un restaurador, sino un componedor que se ocupa de todo tipo de pacientes, no sólo de muñecas de colección caras y exóticas”.
El negocio resiste como puede. El hijo de Roldán, contador público de 29 años, se encarga de publicitar el trabajo de su padre en Internet. Creó una página web y cuentas en diversas redes sociales, como Facebook o Twitter. Sin embargo, Roldán cree que la mejor publicidad es el boca en boca. “Esto se da partir de la confianza que genera uno al realizar un buen trabajo y ser siempre responsable y puntual”, dice Roldán.
El oficio del “doctor de muñecas” se transmite de generación en generación. “Esto no es algo que puedas aprender de un día para el otro. Esto se mama desde chico”, cuenta Roldán, que a pesar de tener dos hijos, ninguno está interesado en continuar con el negocio. “Yo no los voy a obligar. No quiero que después me echen la culpa por no haber hecho lo que ellos querían”, cuenta con cierta resignación.
Muchos de los clientes son personas que quieren recuperar sus antiguas muñecas para regalárselas a sus hijas o nietas. Roldán recuerda el caso de una chica que, tras la crisis del 2001, se fue a vivir a España, donde hoy cría a su primera hija. “La madre de esa chica me pidió que le arregle tres muñecas para poder llevárselas a su nieta. Yo le dije que no había problema, pero que a cambio quería que me trajera una foto de toda la familia al lado de las muñecas. Y me la trajo”, cuenta Roldán.
“Hoy, las niñas que jugaban con esas muñecas, son madres y abuelas que quieren mantener el recuerdo intacto, para compartirlo con sus hijas o nietas. No recuperan sólo el juguete, recuperan su infancia. Estos juguetes representan los lazos familiares”, dice Roldán, que a su alrededor tiene decenas de muñecas que hacían furor en otras épocas, como las Shirley Temple, la Mariquita Pérez o la Rayito de Sol, hecha en Argentina.
Julio recuerda que, en su afán de seguir siempre con el mismo negocio, sufrió momentos muy duros: “el menemismo me fundió, cerraba todo, no venía nadie”. Hoy, a pesar de que cuenta con una clientela suficiente, no logra ver con claridad el futuro de este oficio: “Creo que soy el único que queda”. Sin embargo, se mantiene esperanzado: “Siempre habrá chicos. Mientras haya niños, habrá muñecos. Si hay muñecos, hay trabajo”.
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jueves, agosto 25, 2011
El día en que Altamira y la izquierda rompieron en llanto por un milagro
Nota que hice sobre la cobertura de las elecciones primarias en el búnker del Frente de Izquierda. Fue publicada en Perfil.com
"¿Vos que pensás?, ¿Llegamos al 1.5 por ciento?", se preguntaban entre sí los militantes y colaboradores del Frente de Izquierda reunidos en el búnker de Venezuela 818. Una mezcla de nervios y ansiedad se sumaba a la ilusión por superar un obstáculo que consideraban injusto y antidemocrático. A medida que iban llegando los primeros datos oficiales, el clima de victoria transformaba los rostros en felicidad pura.
El búnker ya estaba preparado para reunir a los periodistas, que querían presenciar el momento en el que el Frente de Izquierda conseguía o no el tan ansiado “milagro”. La campaña vía Twitter de #unmilagroparaaltamira, iniciada por Jorge Rial y Gustavo Sylvestre, tuvo fuerte impacto mediático. Sin embargo, para el candidato a presidente Jorge Altamira, las claves del éxito fueron la coherencia y la solidez del mensaje.
Minutos después de las 18, una vez cerrados los comicios, los celulares comenzaron a sonar de forma constante. Los representantes del Frente de Izquierda, entre los que se encontraba el candidato a vicepresidente Christian Castillo y el dirigente del Partido Obrero, Néstor Pitrola, no podían dejar de escuchar la catarata de datos alentadores que provenían de diferentes partes del país. “Hay que ser cautos”, decía Castillo.
Pasadas las siete de la tarde, Altamira llegó al bunker en medio de aplausos y cánticos. Tras atender a los periodistas, uno por uno, se dispuso a escuchar las cifras que le acercaban sus colaboradores. A las 21.04, la imagen del Ministro del Interior, Florencio Randazzo, que anunciaba los primeros datos oficiales, representó uno de los momentos de máxima efervescencia. El 2.19 por ciento momentáneo indicaba que el milagro ya era una realidad.
Alrededor de las 22, y a la espera de que Cristina Fernández de Kirchner y Alfonsín terminen sus discursos, Altamira inició su conferencia de prensa: “hemos superado los obstáculos, hemos obtenido una victoria histórica”. Luego, en uno de los momentos más emotivos de la noche, el líder del PO casi rompe en llanto tras dedicarle el triunfo al joven Mariano Ferreyra, militante del Partido Obrero asesinado el año pasado.
Todo era felicidad. “A la izquierda no nos queda más que celebrar ¡Si nos obligan, vamos a festejar!”, exclamaba Christian Castillo ante Perfil.com. La imagen de la victoria reunía a Altamira y Castillo con las manos alzadas. Sus exclamaciones fueron acompañadas por aplausos y gritos. El llanto de los militantes y “compañeros” representaba un desahogo.
Luego de la conferencia, Altamira y Castillo se acercaron hacia el gran ventanal que daba a la calle Venezuela, para agradecerle su presencia a la gran cantidad de jóvenes exultantes que guardaban por la confirmación de aquello que venían soñando. Llegada la medianoche, los abrazos entre los dirigentes del Frente de Izquierda no cesaban. El candidato a vice, que no podía disimular su alegría, movía los brazos en señal de festejo.
Altamira, visiblemente cansado luego de una extensa jornada, respondía las últimas preguntas de los periodistas, sin quitar de su rostro el placer de haber cumplido un objetivo. El candidato a presidente por el Frente de Izquierda sabe que sólo dio el primer paso, pero le agradece al electorado la posibilidad de dar el segundo.
"¿Vos que pensás?, ¿Llegamos al 1.5 por ciento?", se preguntaban entre sí los militantes y colaboradores del Frente de Izquierda reunidos en el búnker de Venezuela 818. Una mezcla de nervios y ansiedad se sumaba a la ilusión por superar un obstáculo que consideraban injusto y antidemocrático. A medida que iban llegando los primeros datos oficiales, el clima de victoria transformaba los rostros en felicidad pura.
El búnker ya estaba preparado para reunir a los periodistas, que querían presenciar el momento en el que el Frente de Izquierda conseguía o no el tan ansiado “milagro”. La campaña vía Twitter de #unmilagroparaaltamira, iniciada por Jorge Rial y Gustavo Sylvestre, tuvo fuerte impacto mediático. Sin embargo, para el candidato a presidente Jorge Altamira, las claves del éxito fueron la coherencia y la solidez del mensaje.
Minutos después de las 18, una vez cerrados los comicios, los celulares comenzaron a sonar de forma constante. Los representantes del Frente de Izquierda, entre los que se encontraba el candidato a vicepresidente Christian Castillo y el dirigente del Partido Obrero, Néstor Pitrola, no podían dejar de escuchar la catarata de datos alentadores que provenían de diferentes partes del país. “Hay que ser cautos”, decía Castillo.
Pasadas las siete de la tarde, Altamira llegó al bunker en medio de aplausos y cánticos. Tras atender a los periodistas, uno por uno, se dispuso a escuchar las cifras que le acercaban sus colaboradores. A las 21.04, la imagen del Ministro del Interior, Florencio Randazzo, que anunciaba los primeros datos oficiales, representó uno de los momentos de máxima efervescencia. El 2.19 por ciento momentáneo indicaba que el milagro ya era una realidad.
Alrededor de las 22, y a la espera de que Cristina Fernández de Kirchner y Alfonsín terminen sus discursos, Altamira inició su conferencia de prensa: “hemos superado los obstáculos, hemos obtenido una victoria histórica”. Luego, en uno de los momentos más emotivos de la noche, el líder del PO casi rompe en llanto tras dedicarle el triunfo al joven Mariano Ferreyra, militante del Partido Obrero asesinado el año pasado.
Todo era felicidad. “A la izquierda no nos queda más que celebrar ¡Si nos obligan, vamos a festejar!”, exclamaba Christian Castillo ante Perfil.com. La imagen de la victoria reunía a Altamira y Castillo con las manos alzadas. Sus exclamaciones fueron acompañadas por aplausos y gritos. El llanto de los militantes y “compañeros” representaba un desahogo.
Luego de la conferencia, Altamira y Castillo se acercaron hacia el gran ventanal que daba a la calle Venezuela, para agradecerle su presencia a la gran cantidad de jóvenes exultantes que guardaban por la confirmación de aquello que venían soñando. Llegada la medianoche, los abrazos entre los dirigentes del Frente de Izquierda no cesaban. El candidato a vice, que no podía disimular su alegría, movía los brazos en señal de festejo.
Altamira, visiblemente cansado luego de una extensa jornada, respondía las últimas preguntas de los periodistas, sin quitar de su rostro el placer de haber cumplido un objetivo. El candidato a presidente por el Frente de Izquierda sabe que sólo dio el primer paso, pero le agradece al electorado la posibilidad de dar el segundo.
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viernes, febrero 04, 2011
Ser, esa es la cuestión
“Te vas a cagar de hambre”, me dice uno al pasar. Como si supiera –aun sin conocerme- que el futuro en el periodismo me va a deparar más miserias y frustraciones que alegrías y remuneraciones. Tal vez en una discusión, aquellos que descreen de las posibilidades que brinda esta profesión, tengan argumentos más sólidos que los míos. Algunos auguran su extinción y lo ubican en las listas de los empleos peor pagados. Otros consideran que la diversidad de fuentes de información –sobre todo con las nuevas tecnologías – va depurando la necesidad del intermediario, volviendo prescindible el nexo entre el acontecimiento y los receptores de la noticia. A su vez, en sociedades polarizadas ideológicamente, la crispación provoca una maximización de la opinión del periodista, ubicándolo en un bando u en otro y denostándolo en caso de no corresponder a la expectativa del lector u oyente. Dicen que se venden, que se creen voz autorizada, que cualquiera puede hacer su trabajo sin necesidad de estudiarlo. Vivimos una época en la que el periodista no sólo transmite una información, sino que también él mismo se vuelve noticia. Queda sobreexpuesto – o quemado, siguiendo con los términos fotográficos -y esto atenta contra su credibilidad.
Es cierto que no existe la objetividad periodística. Aún cuando uno pretende tender hacia la objetividad, cada idea y cada palabra que se utiliza implica una elección, una mirada diferente a la del resto. El problema surge cuando uno cierra los ojos para no ver aquello que puede atentar contra los propios argumentos y los abre sólo para ver aquellas situaciones que justifican nuestras ideas. Algunos hablan de tibios, grises, de periodistas que no se aferran a ningún valor, que quedan bien parados ante cualquier circunstancia. Se tiende a generalizar y no se ve que cada periodista es un mundo aparte. No es una defensa corporativa. El periodista es víctima y victimario.
Mis argumentos pueden ser débiles o fuertes dependiendo de los valores y de las perspectivas de vida que uno tenga. Quiero ser periodista porque me satisface la posibilidad de comunicar, de servir la información en bandeja, de transmitir un pensamiento. Desde aquellos años en los que mi viejo me traía el diario a la noche e inmediatamente me sentaba a leer las buenas nuevas, pasando por los momentos en los que recortaba noticias y las pegaba en cuadernos, hasta una actualidad signada por el estudio de una carrera que me obliga a escribir y pensar teniendo en cuenta múltiples variables . Y cuando uno entiende e incorpora esa lógica de funcionamiento, las palabras fluyen como pez en el agua.
jueves, enero 06, 2011
Six Feet Under
La subjetividad del arte brinda la posibilidad de encontrar diversas reacciones ante una determinada obra. No existen las claves del éxito ni las fórmulas ganadoras. Todo lo bueno que pueda generar una pintura, una película, una serie, un libro, o cualquier obra de arte, va a depender del buen uso de los detalles y de saber entender al espectador. Ser espectador y a la vez creador. Personalmente, me gusta reconocer detalles de mi vida en una película o serie. Dicho reconocimiento genera empatía entre nosotros –los espectadores- y la imagen. Nos encariñamos con personajes, nos entristecemos por determinadas situaciones, o nos enfurecemos ante ciertas circunstancias.
El post de hoy tiene que ver con Six Feet Under, una gran serie que narra la historia de una familia que administra un negocio peculiar: una casa funeraria. La muerte del padre genera el quiebre necesario en la vida del resto de la familia para que se planteen a sí mismos qué es lo que realmente quieren. Se comienza a trazar un camino que va desde el primer capítulo hasta el último. Cualquiera que vea el principio y el final de esta historia encontrará a los mismos personajes, pero en un estado muy diferente, con un bagaje de experiencias vividas que les permitirá sacar conclusiones para encarar el resto de su vida. Esta búsqueda de los personajes los llevará a caer en las contradicciones propias de cualquier ser humano.
Recién comentaba acerca de la empatía que debe provocar en el espectador una obra de arte. En este sentido, Six Feet Under cuenta con una gran ventaja: su eje principal es la muerte, el único suceso inevitable. Es imposible que una serie que trate sobre este tema no genere reconocimiento en el espectador. Sin embargo, más allá de que sea una ventaja, esto no es suficiente. Se necesita mucho más. Y SFU cumple los requisitos con creces.
Debo reconocer que hacía rato una serie no me generaba esta mezcla de sensaciones. Tiene la capacidad de transitar –a partir de un guión minucioso- por diversos estados de ánimo. Desde una visión irónica y hasta graciosa de la muerte –mucho humor negro- hasta la visión clásica y dolorosa que cualquiera puede sentir a la hora de enfrentar la realidad del deceso.
Y hablando coloquialmente, los últimos tres capítulos son una patada en el pecho.
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