sábado, agosto 30, 2008

Mente blanca


Estado de pasividad absoluta. Rebeldía de pensamientos en protesta por la presión creativa. El estadio de las palabras se encuentra vacío, como ciudad en pleno feriado. Palabras vagas y descoloridas forman la corta fila, sin importar la presión, pero exentas de la jerarquía de sus superiores. Y el mandamás llora por la revolución, desespera ante la falta de poder y busca por doquier suplir su falta. Pero la sublevación es grande, las protestas llevan a la vulgaridad, y los resultados generan una indefectible pérdida.
El líder cae en desolación, se vuelve escéptico ante la solución e ignora la rebelión.
Ante la falta de atención, las subversivas pierden su valor y reclaman por recuperar prestigio. Pero el prestigio es trabajo y este con la huelga no se lleva nada bien. La elite de los vocablos comienza a ingresar al estadio a paso lento, con orgullo escondido y con miradas desapercibidas. El palco del cabecilla se encuentra vacío, húmedo por las lágrimas, escondido en sus blancas sábanas. Estas toman color, despiertan al soñador, quien bosteza con tranquilidad, sin prestar demasiada atención. Y la fábrica vuelve a funcionar, cada uno cumple su rol, sin sufrir la constante presión creativa.

sábado, agosto 23, 2008

La segunda piedra


Dicen que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. Algunos podrán calificarlo como un error propio de la naturaleza humana, otros más orgullosos simplemente no se hacen cargo y reniegan esa posibilidad. Me inclino por la primera opción, a pesar de que no lo considero un error. Seamos sinceros, nos encanta sufrir, sino no lo haríamos tanto. Somos un poco masoquistas en ese sentido, es como si nos diera un poco de curiosidad el sufrimiento. La segunda piedra, de similares características que la primera, es el símbolo de la tentación. Y digo “similares características” porque las dos piedras no son iguales, nunca. Y esa pequeña diferencia entre cada piedra es la que nos obliga, por esas cosas de la vida, a tropezar nuevamente. Y no importa tropezar veinte veces si al fin al cabo consigo lo que quiero. Porque la vida es eso, una escalera, cuya cantidad de escalones depende de cada persona. Por eso mismo, hay que perderle el miedo al tropiezo, porque si tropezamos sufrimos, y si sufrimos queremos, y si queremos somos queridos (de una manera u otra). Básicamente esto se puede aplicar a cualquier ámbito de la vida, pero todos pensamos en el mismo ¿O no? Releyendo el texto, parece un trabalenguas, perdonen si en algunas partes se presta a la confusión, pero vieron como es esto, un sinfín de pensamientos que corren buscando traspasarse unos a otros, con cierto egoísmo, y con una misma meta.

sábado, agosto 16, 2008

El Arrogante


Su andar es seguro. Si lo que él hace está bien ¿Lo que hace el otro podría estar mejor? Su imagen representa el rechazo de sus propios miedos, maquillados bajo un manto de palabras que glorifican su propia esencia. Amplio conocedor, vividor de mil y una experiencias, superando en cantidad a las de cualquier pobre individuo que quiso pero no pudo.
Eterna amistad reflejada en el espejo de su propio y solitario cuarto. Cabeza erguida, mano levantada saludando a la muchedumbre que se mira de reojo y hace muecas esperando el inevitable arribo. La búsqueda de la quinta pata al gato, siempre y cuando no sea suyo. Monologo exterior, silencio interior. Siempre atento, ofreciendo la solución más viable, orgulloso, no de la ayuda, sino del reconocimiento. Oído atento, jugador del yoyo, perseguido ser llamador de atención. Personaje locuaz, captador de miradas “aprobadoramente” desaprobadoras. Vitalidad superficial, teniendo como idea fija sus propias ideas.

sábado, agosto 09, 2008

Letras mojadas




Letras mojadas escribes en mis sueños.
Lápiz invisible en manos capciosas.
Caricias que supieron contener amor.
Puertas cerradas en tu corazón.


Letras mojadas escribes en mis sueños.
Lápiz invisible en manos capciosas.
Llantos que inundan mi cuarto.
Hunden las llaves de sueños despiertos.


Salida de emergencia a nuevas desilusiones.
Caminos borrados por las mismas palabras.
Tinta roja en mi cuerpo maltratado.
Perfecto el instante en que vuelvo a escucharte.