martes, diciembre 09, 2008

El día que Madonna fue al cine


Aquellos que suelen ir al cine en diferentes momentos del día y en diferentes momentos del año, conocen las recomendaciones básicas que indican cuando ir y cuando no. Por ejemplo, si no tenés hijos y te gusta ver las películas en su idioma original (soy de los que piensan que el doblaje le saca, fácil, el 50% de sentido al film) no vayas durante esos quince días nefastos de vacaciones de invierno en los cuales las largas filas te impiden ver la entrada al cine. Y si estás soltero y tenés problemas para asumir tu condición, no vayas un sábado por la noche, porque probablemente vas a entrar en una profunda depresión. Visto y considerando que ciertos días y momentos deben ser descartados, el plan era perfecto. Lunes por la noche, tranquilidad absoluta, una leve brisa exterior que daba la sensación de que no mucha gente iba a salir de su hogar, una semana con estrenos no demasiado taquilleros, una suma de condiciones que permitían intuir que podría disfrutar de una película con cierta tranquilidad. Además, no estamos hablando de un cine barrial que puede ser ocupado fácilmente, estamos hablando del Village Recoleta, un cine que, a pesar de pecar de carero, ofrece relativas comodidades y bastas y variadas salas, muchas salas. Entramos con C (me salió la Rosa Montero de adentro jaja) y vimos que algo raro había. No sabíamos que pasaba, era cuestión de acercarse y meter las narices para descubrir que era lo que sucedía. Por un lado, había bastante gente, lo cual ya nos llamaba la atención, pero no dejaba de ser una situación poco importante, y por otro lado, comenzamos a ver junto a los horarios de todas las películas (salvo High School Musical) una de las palabras/frases más frustrantes (junto al No Funciona) “AGOTADAS”. Nuestra primera reacción fue:- ¿AGOTADAS? No podía ser, era lunes, había gente pero no tanta, hacía frío, no había buenas películas, era imposible que todas las funciones estén agotadas. ¡Y además era el Village! Uno de los cines con más salas en Buenos Aires. Me carcomía la incertidumbre. ¿¿¿Por qué??? A pesar de que no preguntamos ni nada, nuestra conclusión tenía sentido. Primero conjeturamos con la posibilidad de que un grupo de japoneses había copado las salas, lo cual era extremadamente raro. Segundo, mientras nos dirigíamos a otro cine (que tenía solo DOS películas, una sala cada una, y obviamente había entradas) C dijo: ¡Madonna!
A partir de esa palabra el mundo se volvió coherente para nosotros. ¡Claro! Madonna había llegado a Buenos Aires justo ese día y le pintó ir al cine. Tengamos en cuenta que Madonna se está alojando en la suite presidencial de un hotel en Recoleta. Obviamente tenían que darle todas las entradas para que pudiera disfrutar de su película con tranquilidad, para desgracia de muchos, como nosotros. Maldita Madonna, pensamos. ¿Quién se cree que es para privarnos de disfrutar de una linda noche cinematográfica?
Esta situación no deja de ser improbable pero es graciosamente imaginable. Son los casos en los que la imaginación le da sentido a una situación.
Ahora pienso…¿Y si Madonna fue al cine con una delegación de japoneses?

1 comentario:

Anónimo dijo...

jajaja muy gracioso Pato, la deliraste mal, pero bueno, si no hubiese sido porque pusiste lunes y no sábado (que fue el día q no estuvo en River) me la hubiese creído jaja. Me reí mucho con la intro, es bueno saber qué días según qué condiciones, uno puede ir al cine. Ponete las pilas que la FAN N° 1 te extraña sino jeje. Besos