sábado, mayo 31, 2008

Veneno


Sensación ilusoria, falsa apariencia convertida en puñal.
El suave néctar de las palabras recorriendo los ríos de la esperanza, vaga oportunidad de los infelices. Veneno invisible, ojos vendados caminando por una vía de tierra hacia horizontes solo imaginables en las mentes ilusas. Sentimientos abstractos con doble identidad capaces de amar y odiar, tergiversados por finas líneas de veneno que recorren silenciosamente el pobre órgano que alguna vez tuvo aires de grandeza. Movimiento sinuoso del líquido mortal que absorbe poco a poco cada palabra y cada imagen formada en los avatares de nuestra mente. Deformidad de la mirada dibujada en las paredes reflectantes, representación exacta de lo abstracto convertido en concreto. Veneno sin cura, bloqueado por nuevos pensamientos sanadores, pero absortos de la dulce amargura. Capas de cebolla sobre viejas imágenes escondidas, solo visibles a través de aquella ventana del alma que alguna vez supo ser la fuente del más bello paisaje. Palabras y más palabras, simples códigos de la realidad palpable, teñidas por el extravagante líquido mortal. La dulce tentación, la viveza de los colores que iluminan los ojos de la víctima. Se arrastra en busca de la última estocada, verdadera ceguera del alma ilusionada. La muerte como resolución, sonrisas superficiales sobre un cuerpo que supo beber la dulce poción de la magia negra.

sábado, mayo 24, 2008

La caja de bombones



A veces nos enfrentamos a situaciones que nos carcomen la cabeza. Ya se que está como estipulado en el reglamento de “Cómo vivir la vida” el hecho de que es preferible llevarse la sorpresa y no conocerla de antemano. Noticia del día: Basta de sorpresas. Parafraseando al gran Forrest “Life is like a box of chocolates” (no me gustan los doblajes). Es lastimosamente cierto. Igualmente, no me hagan tanto caso, ya que es probable que mañana piense lo contrario, pero hoy es uno de esos días en los que necesito respuestas. Rosa Montero (perdonen que la cite tanto, pero es lo más fresco que tengo en este momento) dice que al escribir se le ocurren cosas que van modificando el curso de su texto. Bueno, ahora que lo pienso, si llego a encontrar una libretita con todas las respuestas a mis preguntas, probablemente me lleve flor de susto (o infarto). Sería la misma sorpresa que mencioné anteriormente pero resumida en pocos minutos, una especie de cámara rápida de nuestra vida. Tanta información nos haría explotar.
El silencio es la fuente de la incertidumbre, la falta de aquella solución al problema del cuestionamiento constante. Muchas veces al callar vemos los ojos ajenos penetrándonos con la fuerte intención de leer nuestra mente a través de la mirada. La persona que tiene la capacidad de mentir con la mirada, no es humana. Realmente no lo creo. Sin embargo, volviendo un poco al tema en cuestión, hoy en día las respuestas se cotizan en bolsa, su valor es inmenso, y como todo gran valor conlleva un gran poder, escaso control de nuestros actos.
Comienzo un nuevo párrafo. Pasaron varias horas desde que terminé el anterior. La incertidumbre es una sensación convertida en arma de doble filo. No solo nos limita completamente a dar el próximo paso sino que también deja en una expectativa constante a todo aquel que busca una respuesta de esa falta de certeza. Bueno, como dije anteriormente, es probable que mañana piense lo contrario. Perdone, me retracto, ya lo pienso. Siempre hablo con todo el mundo y llego a la conclusión de que el tiempo pasa más rápido que lo que pueda llegar a durar un determinado período, como por ejemplo un día. Los días son tramos de tiempo que pasan a una velocidad poco creíble. Perdonen nuevamente la incoherencia de esto, pero tengo un remolino de ideas y situaciones que van en contra de toda lógica a la hora de redactar un texto (este esta carente de estructura, cohesión y coherencia, pero creo que la coherencia está en mi cabeza, y no puedo expresarla). Volviendo al tema del tiempo, mi punto es que a pesar de que un día se vuelve un segundo, si nos detenemos en los detalles, son como un mini resumen de nuestra vida que nos hace variar el pensamiento a cada instante. Bueno, espero que sepan entender el sentido de este texto. Es un reflejo más.

Sigo esperando….

sábado, mayo 17, 2008

Efecto dominó


Es cierto, muchas veces es difícil entender ciertas decisiones tomadas por nuestra mente y nuestro corazón. Generalmente solemos desligarnos de los problemas y adjudicar la responsabilidad de nuestros actos a estos dos entes que, al fin y al cabo, son quienes nos representan. Son parte de uno, la decisión es nuestra. No digo que uno esté pendiente de justificar sus actos a través de los vaivenes de nuestros pensamientos, sino que, freudianamente hablando, nuestro inconciente se lleva todos los números a la hora de sortear la culpa de nuestro “lavado de manos”.
Cada vez me doy más cuenta de que vivimos en un gigantesco efecto dominó, donde cada uno de nosotros es una ficha y cada acto repercute en el elemento más cercano. Podrá sonar un poco egoísta, pero no se puede vivir pendiente de cada acción que uno comete. El sufrimiento provocado por decisiones es inevitable. Tampoco digo que hay que actuar sin pensar, pero creo que no hace bien estar tan condicionado por los “efectos secundarios”.
Hay situaciones que, dependiendo de ciertos factores, se dan con mayor facilidad y otras que, dependiendo de otros factores, están sujetas a la suerte. Y al decir suerte me refiero a lo que decía anteriormente, a ese condicionamiento constante que uno deja de respetar y que nos hace actuar bien o mal, pero que inevitablemente depende de que tan fuerte sea el efecto dominó. Y lo peor es que muchas veces este fenómeno se da en situaciones que uno no puede manejar y que afectan, por medio de otras rutas no transitadas por uno, al elemento en común.
Como sabrán, en este juego de fichas, una vez que perdés, es muy difícil volver a reconstruir todo el sistema. No digo que sea imposible, pero sí es complicado colocar las fichas en el mismo lugar. Las cosas cambian, uno ya tiene la experiencia de la caída anterior y vuelve a actuar con más cuidado, o sea, inseguro.
No se si les pasa, pero cada día me levanto con una nueva postura para encarar el día. Por un lado es interesante porque nos da nuevas perspectivas que, a su vez, generan un poco de sorpresa y nos da esa cosa diferente que uno tanto necesita para no caer en la rutina, sin embargo el lado negativo que le veo a esto es discutible pero no por eso menor cierto y es que estas nuevas posturas nos obligan a aprender día a día como convivir con las mismas situaciones. El ambiente es el mismo, uno cambia. Vivimos en un constante aprendizaje que, a diferencia del recomendado, no nos hace crecer, sino estancarnos siempre en el mismo lugar.
Por ejemplo, el otro día me levante con una horrible sensación de desorden, en todo sentido, ya sea emocional como físico y hasta habitacional (no sé como decirlo, básicamente mi cuarto era un quilombo). Entonces decidí levantarme con la cabeza en alto y ponerme a ordenar. Lo hice (solo mi cuarto). Ayudó bastante pero luego confirmé la regla de que cada día el mundo se resetea en mi cabeza y, ahora mismo, convivo nuevamente con el desorden de siempre. Es como caer en la misma tentación una y otra vez.
No se preocupen, estoy bien, solo soy bastante detallista en cuanto a mis pensamientos. Lo digo siempre, uno al escribir se descubre, es como ir al psicólogo y que vez de un profesional tengas un espejo en frente. Lo recomiendo, puede llegar a ser medio tedioso arrancar, pero cuando pasas esta barrera es difícil detenerse.

sábado, mayo 10, 2008

Leer para escribir


El otro día se generó un interesante debate en clase a partir de la lectura de un libro muy recomendable – para todo aquel que le guste leer y escribir – que se titula “La loca de la casa”. El libro lo escribió Rosa Montero, una española bastante simpática que cuenta varias experiencias de su vida (veraces o no, no se sabe) y otras historias llamativas de algunos escritores famosos. La pregunta final, a partir de la cual se desarrolló la mayor discusión – a pesar de que hubo bastantes opiniones similares – era qué tiene que resignar un escritor (o cualquier persona) en el supuesto caso de que lo obligaran a optar entre la lectura y la escritura. Personalmente me encantan las dos cosas y a pesar de que prefiero escribir, mi inspiración se vería reducida si no cuento con material de lectura. ¿En qué se puede basar uno al escribir si no lee nada? ¿Cómo mejoraríamos nuestra capacidad de escritura sin poder apreciar a aquellos grandes escritores que nos proporcionan las herramientas necesarias para poder darle forma y contenido a un texto?
Es cierto, una compañera decía que no imaginaba un mundo en el cual no pueda escribir día a día alguna frase tan sencilla y a la vez tan compleja como: “hoy estoy feliz” u “hoy estoy triste”. La descarga que puede generar la escritura es alucinante. Uno siente que las palabras van bajando desde nuestra mente hasta nuestros dedos, son totalmente visibles y al terminar podemos llegar a sentir que acabamos de apoyar sobre el piso un piano que cargamos en nuestra angosta espalda durante cuatro cuadras. Y no solo pasa por el sentido que uno le de a sus escritos – que es una manera única de descubrirse a uno mismo – sino también por el sentido que le dan al texto los lectores. Y este es el punto que quiero recalcar. Otro compañero levantó la voz en medio del murmullo general y reflexionó: "¿De que vale escribir si uno mismo no puede leer lo que escribe?"
Y si, caigo en el egocentrismo del escritor: ¿De qué vale escribir si nadie lee lo que escribo?
Me imagino solo en una isla, escribiendo por todas partes, en árboles, hojas, hasta en la arena (¿S.O.S quizás?). Podría imaginarme así unos pocos días. Como dije en otro momento, muchas veces la propia conciencia – o nuestras propias palabras – puede llegar a ser abrumadora. La interpretación que le da otra persona a nuestro texto es, también, una forma de descarga. Tendríamos demasiada presión en nuestra mente si conviviéramos todo el día con nosotros mismos. El lector de nuestros palabras puede llegar a ser una buena compañía, una forma de relajación y va más allá de una crítica positiva o negativa (si es negativa ¡hay tabla!).
En fin, igualmente, si pudiera elegir libremente mantendría las dos opciones. Pero bueno, por suerte vivimos en una sociedad – por ahora – que respeta (salvo excepciones) el valor de la lectura y la escritura. Una es nuestra fuente y la otra, la representación de nuestros pensamientos. Me gustaría cerrar con una frase de Rosa Montero: “Dejar de escribir puede ser la locura, el caos, el sufrimiento; pero dejar de leer es la muerte instantánea. Un mundo sin libros es un mundo sin atmósfera, como Marte. Un lugar imposible, inhabitable.”

sábado, mayo 03, 2008

Mi gran amigo


Por un instante mi rutina se desmoronó. Suelo escuchar a la gente que dice que no hay nada peor que la rutina, ya que nos vuelve seres mecanizados, automáticos, realizando día tras día las mismas cosas. El otro día murió mi perro, mi gran amigo desde que tengo solo siete años. Uno realmente se da cuenta de las cosas y le toma valor cuando las pierde. Son frases que se repiten constantemente y ya suenan verdaderamente trilladas, pero por algo se dicen. Son innumerables la cantidad de imágenes que se me cruzan por la cabeza cada vez que hago algo en mi casa, es como que instantáneamente mi cerebro reemplaza lo que estoy viendo por lo que estoy recordando. Es una vuelta al pasado prácticamente perfecta. La verdad es que hoy me pongo en censurador y digo que no tengo ganas de escuchar a ningún idiota que menosprecie el dolor por la muerte de una mascota. El no era mi mascota, era mi amigo, mi hermano. No pasaba día en que no lo trate como tal. Fue una muerte totalmente inesperada. Hace ya un tiempo que venía hablando conmigo mismo diciéndome que él ya estaba viejo y que no lo quedaba mucho tiempo. Quería prepararme. Al diablo con eso, no sirvió para nada. Recuerdo mi dolor cuando murió mi perro anterior, Nahuel, hace ya 14 años. Yo era muy chico y el tiempo curó bastante la herida, pero esta es difícil de sanar e imposible de reemplazar.
Este amigo mío fue bastante criticado, no se llevaba bien con la gente y probablemente parte de la culpa sea mía, nunca salió demasiado a la calle y eso lo aisló demasiado. Es un error que no cometeré nuevamente si llegan a traer otro perro a mi casa. Pero él me quería, lo notaba en sus ojos. Esto supera cualquier instinto. Me acuerdo el día que llegó a mi casa. Yo estaba sentado en la mesa, jugando a las cartas con mi hermano y en eso mi mamá y mi papá entran por la puerta de la cocina. Mi mamá lo tenía en brazos, era muy chiquitito y lo primero que hice fue acariciarlo. Lo dejamos en el suelo y empezó a patinarse por el suelo encerado. Se le abrían las patitas, pero quería seguir corriendo. Esa noche durmió en un canasto acolchado en la cocina. Cuando me levanté y lo vi fui directamente a él. Representaba la pura ternura.
Mi parque se siente vacío, lo siento así. No logro imaginarlo sin su presencia. Era amo y señor. No se si fue feliz, es mi gran intriga, pero sí se que le di todo de mi. Muchas veces uno se cansa de hablar consigo mismo, la conciencia puede llegar a ser abrumadora en ocasiones. Por eso muchas veces recurrí a él y por más que sabía que no entendía, era una buena forma de descarga y obviamente nunca faltaba el lengüetazo final por mi cara.
“Mi bebe” fue lo último que le dije. Te voy a extrañar amigo, mucho y ojala que en algún momento nos reencontremos para jugar.