sábado, julio 26, 2008
Equilibrio
Separación. Ruptura. Dos caminos para un mismo objeto. Alter ego de la realidad. Mirada inamovible, pensamientos a mil revoluciones. Silencio absoluto, paz interior, destrucción exterior. Zumbido de las abejas, desviación de la observación. Retorno a la concentración, búsqueda de equilibrio, neutralidad espiritual. Clarificación un tanto confusa, establecimiento de reglas hechas para no ser cumplidas. Metáfora encubridora, palabras mágicas son un manto de sensaciones palpables, cotidianas, gratificantes y ¿Por qué no? Dolorosas. Hachas interiores rompiendo los muros del silencio, escape de palabras por caminos en vías de expansión.
Pasado chocante, aceleración constante, ceguera dolorosa por movimientos erróneamente pensantes.
Tranquilidad persuasiva, pasos lánguidos, mirada a 360 grados. Relajación, suspiros, vientos suaves sobre mejillas acongojadas. Cierra los ojos y respira.
sábado, julio 19, 2008
Pequeño Invasor
Enigma. Búsqueda insensata de huellas reveladoras. Mirada interior indagando en la nada. Pasillos oscuros, paredes de acero. Pequeño invasor atrapado sin salida, resquebrajando inútilmente los muros de la propia naturaleza. Caminata descubridora, secretos escondidos, recovecos inmensos.
Sorpresa. Destello de luces, temblor de la superficie, corre el invasor sorprendido. Lluvia de mariposas provenientes de orígenes desconocidos. Pasos acentuados por visibilidad de los suelos. Interior invadido por indicios de luces sobre oscuridades.
Espera. Incertidumbre del invasor. Silencio y oscuridad, caminata lenta, miradas por doquier. Pasos pesados sobre superficies blandas y dañadas. Pequeña luz intermitente que se mueve por los lados de esta caja de Pandora. Se sienta el pequeño conquistador, demasiado riesgo para tan poca luz.
Sensación. Sentado y escondido, manos ajenas desaparecidas, vacío esperanzador inútil a los cambios de la realidad. Perseverancia inmóvil, maratón de pensamientos, acciones imaginarias. Quietud en un contexto acelerado. Demasiado para ser real.
sábado, julio 12, 2008
Angeles y Demonios
Hay muchas formas de persuadir a otra persona. Los medios de comunicación son, probablemente, el ejemplo más cotidiano y reconocido por todos. En efecto, nos dejamos persuadir más que nada porque nos ofrecen algo a cambio, una satisfacción inmediata y superficial. No le creo al que dice que no es influenciado por los medios (no hablo solamente de la televisión). En todo caso, los que dicen eso son los casos más delicados. Pero hoy me pongo a pensar en lo difícil que es persuadirse a uno mismo. Obviamente depende del polo negativo o positivo de la persuasión o, en un ejemplo más gráfico, del angelito y el diablito que llevamos en nuestros hombros. No se quién habrá imaginado eso por primera vez, pero realmente merece un premio al entendimiento del ser humano. Si pudiéramos separar al mundo entre el bien y el mal, deberíamos remarcar esta fina línea con el marcador de la persuasión interna del ser humano. Es cierto que hay miles de factores sociales, políticos o económicos (aunque deberíamos abarcar todos en lo social) que influyen en la elección de cada persona a la hora de tomar un determinado estilo de vida y esto implica ser un delincuente o el sujeto más bueno del mundo. Pero todos reconocemos, muy internamente – y a veces no tanto – a ese lobo oscuro que aúlla por los sombríos rincones de nuestro ser y que espera ansioso por una oportunidad de ser liberado. En algunos casos, estas influencias negativas ayudan al lobo a escapar de la jaula de la ética y la moral para convertirse en parte de la “lacra” que supo ser un integrante más de la comunidad del bien. Esta es la peor guerra que va a tener que afrontar el ser humano y ya se está viviendo. Podemos quedarnos sin agua, inundados por el deshielo, deshidratados en los veranos más calurosos o hasta vivir en otro planeta, pero lamentablemente la naturaleza del ser humano es inmodificable. Hay quienes dicen que una persona es en base al entorno en que fue criada y otros suponen ciertas características genéticas que delimitan los márgenes del comportamiento. Creo que hay un poco de cada cosa. Es cierto que si nuestro entorno tiene una determinada característica, estamos propensos a comportarnos de una manera similar, pero también soy conciente de cierta fortaleza mental que, en mi opinión, reside su primera cuota en las bases innatas de nuestro ser. Por algo existen casos de individuos que, aún creciendo en ambientes inhóspitos y terribles, deciden optar por el camino socialmente correcto. No vamos a entrar en la idea de qué es correcto y que cosa no lo es, pero si nos basamos en lo que se aprecia como bueno, todos sabemos qué es lo que está bien y qué es lo que está mal. Por eso, esta fortaleza mental tiene la última palabra. Es el punto en el que se plantea, probablemente antes del primer acto maléfico, si quiero o no hacer esto. La fortaleza o debilidad del ángel y el diablo que llevamos en nuestros hombros. Si queremos seguir pensando, disfrutando y conviviendo deberíamos dejar al pequeño diablo con las palabras en su boca y al lobo aullando hasta el cansancio.
sábado, julio 05, 2008
Conducta Insteligente
Si hay algo que nos diferencia de los animales es que nosotros tenemos la posibilidad de reflexionar, pensar y de postergar el deseo. El animal es feliz con su conducta instintiva, hace lo que quiere mientras puede a diferencia de nosotros que no hacemos lo que queremos, aun pudiendo. Suena demasiado liberal pensar en hacer lo que a uno le plazca sin medir consecuencias, sobre todo si vivimos en un planeta donde todo está muy establecido, donde el cambio retumba hasta en los rincones más inhóspitos y donde uno pasa a ser juzgado por variar las normas. Tampoco es que planteo un mundo anárquico, solo juego a imaginar como sería un lugar sin tantas restricciones, no solo sociales, sino también las que se establece uno, aunque esto este íntimamente relacionado. Dicen que aquellos que disfrutan la vida la viven menos tiempo, probablemente si la sociedad estuviera regida por esta libertad de instinto habría una explosión constante. Así como uno tiende a postergar quehaceres solo por el simple hecho de no tener ganas en ese momento, ¿Quién nos asegura tener ganas más adelante? Hoy no quería hablar de esto, mejor dicho, no es que no quería, sino que toda la semana tuve el “tema del día” en la cabeza y hoy no me lo acuerdo. Eso me pasa por no anotar. Volviendo al tema, también solemos postergar nuestros gustos y deseos. A veces no viene nada mal disponer un poco del ello que planteaba Freud. Creo que más allá de las reglas sociales, el que se limita es uno mismo. En ese sentido podría plantear una actitud solidaria del ser humano ¿Cuántas veces uno no hace algo por amor al prójimo? y algún refutador me podría decir lo contrario, estableciendo la cara opuesta de la moneda, aquella en la que aparece un personaje egoísta (que creo que son minoría) y que actúa en base a su instinto dominador. De hecho nos damos cuenta de estas cosas. Yo en este momento lo estoy escribiendo y eso no significa que en cinco minutos vaya a convertirme en una persona que camina desnuda por la calle. Esto es claro, somos conscientes de nuestras limitaciones, por lo menos eso es un avance. El reconocimiento es el primer paso para resolver un problema. Aunque no me gusta denominarlo de este modo, si esto es un problema vivimos en uno mayor, constantemente. Pero ahora mírenlo de este modo ¿No les pasa que cuando tienen aquello que desearon por mucho tiempo, luego de explotarlo durante un periodo determinado, se vuelve un objeto obsoleto, poco deseable? ¿Si tuviéramos en nuestras manos el poder de hacer lo que queramos no nos aburriríamos en algún momento? Quizás esta idea que se nos plantea sea la mejor manera de ver esta postergación del deseo no como una imposibilidad, sino como una dificultad a superar, volviéndose mucho más deseable. Todos sabemos que aquello que nos es difícil, nos atrae más. Tampoco se tiene que convertir en una excusa para no actuar, el momento justo llega y hay que deducirlo. Pero en algo hay que quedarse tranquilo, no hay un solo momento justo, no hay un solo objeto de deseo, sí hay un límite de tiempo.
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