miércoles, julio 22, 2015

Louie: el manual de la incorrección política

Louis C.K es, probablemente, uno de los comediantes de Stand Up más importantes de Estados Unidos en la actualidad. Tiene un humor desacartonado, natural, que carece de todo tipo de corrección política y que parece burlarse de todo y de todos, incluso de él mismo. Luego de varios años en las sombras, dedicado a escribir guiones para shows televisivos, sin demasiado suceso en el mundo de la comedia en vivo y con papeles menores en cine y televisión, tuvo en sus manos el desafío de crear y protagonizar, allá por 2006, una comedia para HBO llamada Lucky Louie, que no tuvo el éxito esperado y que fue cancelada al terminar la primera temporada.

Sin embargo, en 2010 le llegó una nueva oportunidad, que sería una bisagra para su carrera. La cadena FX le ofreció 200 mil dólares por capítulo –un presupuesto acotado– para que realice una serie televisiva a piacere, con la promesa de tener total libertad de acción. Dinero y libertad creativa, ¿qué más podía pedir? De esa apuesta nació Louie, una comedia cínica, bizarra, muy honesta, pintada con tintes dramáticos, y única en su estilo, que este comediante de apellido húngaro –Szekely– dirige, escribe, protagoniza, ¡y edita! Así como suele estar solo en el escenario, también se carga sobre los hombros la responsabilidad de llevar adelante este proyecto que ya cuenta con cinco temporadas.

Louie, al igual que la aclamada serie Seinfeld (Louis C.K reconoce la influencia) retrata la vida de un comediante de Stand Up. Louie es un tipo normal, padre de dos hijas que atraviesan el sinuoso camino de la adolescencia, divorciado de una mujer exitosa, hermano de un hombre que no sabe qué hacer con su vida y eventual partenaire de mujeres que no se lo toman demasiado en serio. Pero sobre todo es una persona que no sabe muy bien cómo lidiar con el mundo que lo rodea. Allí es cuando aparecen reflejados los miedos, las preocupaciones y las obsesiones más profundas de Louis C.K.

¿Es una comedia? Sí, pero no se van a morir de risa cuando la vean. No tiene los clásicos gags, maneja otro timing, no hay risas de fondo (por suerte) y tiene un formato que difiere de la clásica sitcom que acaparó a la televisión en la década del 90. Es probable que se agarren la cabeza varias veces en algunas escenas y se rían con nervios. Porque en algún punto este es el desafío que propone Louis C.K: incomodar con la cruda realidad, sacar ciertos filtros de pensamientos que muchos de nosotros nos autoimponemos y que el personaje elimina, pero con cierto grado de culpa. Y allí es donde muchas veces Louie falla a la hora de relacionarse.

A través de temas como la muerte, el sexo, los sueños y las relaciones humanas, Louis C.K parece echarle en la cara al espectador todos los prejuicios con los que convive la sociedad diariamente, para que los reconozcan y, en algún punto, se rían de ellos mismos.  Para que no nos tomemos todo demasiado en serio.

Una anécdota de la última temporada –más corta de lo habitual– pinta un poco de cuerpo entero a la serie y al mismo Louis C.K. Debido a que prefería grabar en otoño, el comediante le propuso a FX demorar el estreno de la temporada. Pero la noche anterior a que John Landgraf, jefe de la cadena, anuncie la programación del año (sin Louie), Louis C.K tuvo un rapto de inspiración, ayudado por un influyente consumo de marihuana, y escribió hojas y hojas de guión. Inmediatamente llamó a Landgraf para arrepentirse de la idea de demorar el estreno, pero ya era un poco tarde y el jefe de FX le dijo que solo podría hacerla si la temporada contaba con menos capítulos. Lo curioso fue que, al día siguiente, Louis C.K leyó lo que había escrito y no tenía ningún tipo de coherencia. Finalmente no usó nada de ese material para esa temporada que en primera instancia no iba a grabar y que ahora se había comprometido a hacer. Toda esta hilarante secuencia tranquilamente podría ser una escena de la serie. 

Louie nunca se emitió en la Argentina, o sea que si alguien la quiere ver debe recurrir a Internet. Junto a Silicon Valley, Veep y Transparent (cada una con un estilo bien distinto) conforma una ola de renovación para un género que venía un poco relegado en esta época dorada de la televisión. Tarde, pero seguro. Bienvenido sea el humor.


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