Louis C.K es, probablemente, uno de los comediantes de Stand
Up más importantes de Estados Unidos en la actualidad. Tiene un humor
desacartonado, natural, que carece de todo tipo de corrección política y que
parece burlarse de todo y de todos, incluso de él mismo. Luego de varios años
en las sombras, dedicado a escribir guiones para shows televisivos, sin
demasiado suceso en el mundo de la comedia en vivo y con papeles menores en
cine y televisión, tuvo en sus manos el desafío de crear y protagonizar, allá
por 2006, una comedia para HBO llamada Lucky
Louie, que no tuvo el éxito esperado y que fue cancelada al terminar la
primera temporada.
Sin embargo, en 2010 le llegó una nueva oportunidad, que
sería una bisagra para su carrera. La cadena FX le ofreció 200 mil dólares por
capítulo –un presupuesto acotado– para que realice una serie televisiva a piacere, con la promesa de tener total
libertad de acción. Dinero y libertad creativa, ¿qué más podía pedir? De esa
apuesta nació Louie, una comedia
cínica, bizarra, muy honesta, pintada con tintes dramáticos, y única en su
estilo, que este comediante de apellido húngaro –Szekely– dirige, escribe,
protagoniza, ¡y edita! Así como suele estar solo en el escenario, también se
carga sobre los hombros la responsabilidad de llevar adelante este proyecto que
ya cuenta con cinco temporadas.
Louie, al igual
que la aclamada serie Seinfeld (Louis
C.K reconoce la influencia) retrata la vida de un comediante de Stand Up. Louie
es un tipo normal, padre de dos hijas que atraviesan el sinuoso camino de la
adolescencia, divorciado de una mujer exitosa, hermano de un hombre que no sabe
qué hacer con su vida y eventual partenaire
de mujeres que no se lo toman demasiado en serio. Pero sobre todo es una
persona que no sabe muy bien cómo lidiar con el mundo que lo rodea. Allí es
cuando aparecen reflejados los miedos, las preocupaciones y las obsesiones más
profundas de Louis C.K.
¿Es una comedia? Sí, pero no se van a morir de risa cuando
la vean. No tiene los clásicos gags, maneja otro timing, no hay risas de fondo (por suerte) y tiene un formato que
difiere de la clásica sitcom que
acaparó a la televisión en la década del 90. Es probable que se agarren la
cabeza varias veces en algunas escenas y se rían con nervios. Porque en algún
punto este es el desafío que propone Louis C.K: incomodar con la cruda
realidad, sacar ciertos filtros de pensamientos que muchos de nosotros nos
autoimponemos y que el personaje elimina, pero con cierto grado de culpa. Y
allí es donde muchas veces Louie falla a la hora de relacionarse.
A través de temas como la muerte, el sexo, los sueños y las
relaciones humanas, Louis C.K parece echarle en la cara al espectador todos los
prejuicios con los que convive la sociedad diariamente, para que los reconozcan
y, en algún punto, se rían de ellos mismos.
Para que no nos tomemos todo demasiado en serio.
Una anécdota de la última temporada –más corta de lo
habitual– pinta un poco de cuerpo entero a la serie y al mismo Louis C.K.
Debido a que prefería grabar en otoño, el comediante le propuso a FX demorar el
estreno de la temporada. Pero la noche anterior a que John Landgraf, jefe de la
cadena, anuncie la programación del año (sin Louie), Louis C.K tuvo un rapto de inspiración, ayudado por un
influyente consumo de marihuana, y escribió hojas y hojas de guión.
Inmediatamente llamó a Landgraf para arrepentirse de la idea de demorar el
estreno, pero ya era un poco tarde y el jefe de FX le dijo que solo podría
hacerla si la temporada contaba con menos capítulos. Lo curioso fue que, al día
siguiente, Louis C.K leyó lo que había escrito y no tenía ningún tipo de coherencia.
Finalmente no usó nada de ese material para esa temporada que en primera
instancia no iba a grabar y que ahora se había comprometido a hacer. Toda esta
hilarante secuencia tranquilamente podría ser una escena de la serie.
Louie nunca se
emitió en la Argentina, o sea que si alguien la quiere ver debe recurrir a
Internet. Junto a Silicon Valley, Veep y Transparent (cada una con un estilo bien distinto) conforma una ola
de renovación para un género que venía un poco relegado en esta época dorada de
la televisión. Tarde, pero seguro. Bienvenido sea el humor.
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