viernes, julio 17, 2015

Miyazaki, el maestro de la animación japonesa


























En tiempos de emociones que se emocionan intensamente o de Minions que buscan villanos, que exista la posibilidad de ver otro tipo de historias animadas ayuda a descubrir que hay vida más allá de Hollywood. Las retrospectivas son una buena oportunidad para recorrer la obra de directores que se definen tanto por sus películas como por su filmografía completa, y también para ver en pantalla grande aquellos filmes que por su cualidad artística merecen ese tipo de exposición. Además, si en esta propuesta está involucrado el maestro japonés Hayao Miyazaki, mucho mejor.

A lo largo del mes de julio en la renovada sala de cine del Museo Nacional de Bellas Artes (Av. Figueroa Alcorta 2280), a solo 30 pesos, se exhiben ocho de los once largometrajes que este animador, director, guionista, productor de animé y creador del mítico estudio de animación Studio Ghibli realizó a lo largo de su carrera. Dentro del abanico de opciones, se incluye su última y magistral película “Se levanta el viento”, que este año se estrenó comercialmente en Buenos Aires y fue proyectada al aire libre durante el BAFICI.

La animación que presenta Hayao Miyazaki desde hace más de 40 años, que se caracteriza por su belleza visual y por su carácter artesanal, no solo está destinada a chicos, sino también a jóvenes y adultos que pueden entender, además, la complejidad temática de las historias. La búsqueda de paz, la protección de la naturaleza y -como se puede ver también en su último filme- ciertas críticas al pasado imperialista de su país, son algunos de los ideales que suelen reflejar los héroes o heroínas que protagonizan las películas.

Pero sobre todas las cosas Miyazaki tiene la capacidad de crear mundos, de apelar al rincón más fantástico de su imaginación -ayudado por la riqueza de la mitología japonesa- para presentarnos criaturas extrañas, tiernas o terroríficas, que no parecen de este universo, pero que representan y reflejan pensamientos más que terrenales. La presencia de lo onírico también es recurrente en estas obras, lo cual facilita la inclusión de elementos fantásticos en la imaginación de los personajes y representa simbólicamente sus deseos.

A pesar de que en 2013 anunció su retiro como director de animación para su estudio, el realizador de películas como “La princesa Mononoke” y “Mi vecino Totoro” se mantiene activo con algunos proyectos vinculados al Museo Ghibli, que exhibe todo tipo de material (libros, esculturas, proyecciones) basado en el mundo de la animación. En los últimos días se dio a conocer la noticia de que Miyazaki se encargará de un cortometraje realizado íntegramente con la tecnología digital CGI, algo que llama la atención ya que siempre trabajó con animación tradicional.

El reconocimiento del mundo Hollywood le llegó recién en 2001, cuando ganó un Oscar por su película “El viaje de Chihiro”. Y este año, a raíz de su retiro y como compensación ante la indiferencia que sufrió durante tantos años por parte de la Academia de cine estadounidense, recibió el Oscar honorífico, que suele premiar la trayectoria de grandes figuras de la historia del cine.

Todo aquel que no conoce la obra de Miyazaki tiene la oportunidad de verlo en pantalla grande durante los fines de semana de julio. Una propuesta más que interesante para aprovechar. 

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