Despedazamiento

Las hojas caen muy lentamente. Veo hacia arriba, mis párpados duermen y despiertan. El aire es denso, camino mirando hacia un lado y hacia el otro. Los dioses dejaron de soplar, los barcos se hunden en los mares, el silencio es ensordecedor. De pronto la ceguera. Los colores se apagan y se prenden como un viejo televisor en busca de una señal en el medio del desierto. Caigo. Mi cabeza se vuelve pesada, mis brazos se convierten en piezas frágiles. Comienzo a desarmarme con desesperación. Sonidos fundidos en mis oídos, derretidos suavemente por el calor agobiante del concreto invisible. Lucha de sentidos, perseverando en la insignificante ola de este mar incontrolable. Un espejo revelador, movimiento de las partes, buscando coherencia. Despedazamiento. Debate silencioso, miedo avasallante, la guerra de las partes se esparce por mi cuerpo, campo de mil batallas, cielo de incontables estrellas fugaces. Desprende tu miedo, fiel amigo, eres parte de su alimento, un sueño en medio de una pesadilla. Los ojos se vuelven rojos, la sangre es el río más salvaje. Solo quedan cenizas, esparcidas por ese monstruo invisible llamado viento, llamado tiempo, llamado vida.