sábado, mayo 03, 2008

Mi gran amigo


Por un instante mi rutina se desmoronó. Suelo escuchar a la gente que dice que no hay nada peor que la rutina, ya que nos vuelve seres mecanizados, automáticos, realizando día tras día las mismas cosas. El otro día murió mi perro, mi gran amigo desde que tengo solo siete años. Uno realmente se da cuenta de las cosas y le toma valor cuando las pierde. Son frases que se repiten constantemente y ya suenan verdaderamente trilladas, pero por algo se dicen. Son innumerables la cantidad de imágenes que se me cruzan por la cabeza cada vez que hago algo en mi casa, es como que instantáneamente mi cerebro reemplaza lo que estoy viendo por lo que estoy recordando. Es una vuelta al pasado prácticamente perfecta. La verdad es que hoy me pongo en censurador y digo que no tengo ganas de escuchar a ningún idiota que menosprecie el dolor por la muerte de una mascota. El no era mi mascota, era mi amigo, mi hermano. No pasaba día en que no lo trate como tal. Fue una muerte totalmente inesperada. Hace ya un tiempo que venía hablando conmigo mismo diciéndome que él ya estaba viejo y que no lo quedaba mucho tiempo. Quería prepararme. Al diablo con eso, no sirvió para nada. Recuerdo mi dolor cuando murió mi perro anterior, Nahuel, hace ya 14 años. Yo era muy chico y el tiempo curó bastante la herida, pero esta es difícil de sanar e imposible de reemplazar.
Este amigo mío fue bastante criticado, no se llevaba bien con la gente y probablemente parte de la culpa sea mía, nunca salió demasiado a la calle y eso lo aisló demasiado. Es un error que no cometeré nuevamente si llegan a traer otro perro a mi casa. Pero él me quería, lo notaba en sus ojos. Esto supera cualquier instinto. Me acuerdo el día que llegó a mi casa. Yo estaba sentado en la mesa, jugando a las cartas con mi hermano y en eso mi mamá y mi papá entran por la puerta de la cocina. Mi mamá lo tenía en brazos, era muy chiquitito y lo primero que hice fue acariciarlo. Lo dejamos en el suelo y empezó a patinarse por el suelo encerado. Se le abrían las patitas, pero quería seguir corriendo. Esa noche durmió en un canasto acolchado en la cocina. Cuando me levanté y lo vi fui directamente a él. Representaba la pura ternura.
Mi parque se siente vacío, lo siento así. No logro imaginarlo sin su presencia. Era amo y señor. No se si fue feliz, es mi gran intriga, pero sí se que le di todo de mi. Muchas veces uno se cansa de hablar consigo mismo, la conciencia puede llegar a ser abrumadora en ocasiones. Por eso muchas veces recurrí a él y por más que sabía que no entendía, era una buena forma de descarga y obviamente nunca faltaba el lengüetazo final por mi cara.
“Mi bebe” fue lo último que le dije. Te voy a extrañar amigo, mucho y ojala que en algún momento nos reencontremos para jugar.

3 comentarios:

Solcito Crespo dijo...

lo repeti mil veces: te quiero! y no hay palabras ajenas q sirvan, cuando se sufre una perdida...t entiendo tanto pato...


digo, solo cuando pasa el tiempo, ese vacio se hace un poco mas lejano...el amor duele, pero nos hace estar vivos...lo amas, t hizo amarlo y eso es unico.

al final, estos apuntes de niñez terminaron mojados hasta las lagrimas...

beeeeeeeeesooooooooooooooo

Anónimo dijo...

¿¿y si te digo que lo que acabas de escribir se parece demasiado a lo que yo pensaba y escribi sobre mi perra?? me hiciste llorar, pero es una mezcla entre felicidad y tristeza...me acuerdo perfectamente el dia en que Jazmin y yo nos conocimos...era Julio hacia mucho frio y con mis amigas vecinas jugabamos a poliladron... en un momento, maria mi amiga mas grande( tendria en ese entonces 10 años ella y yo 6) se va corriendo a la esquina porque la mama la llamo, y esta le da una caja y ella pone mucha cara de felicidad y viene corriendo hacia nosotras y nos dice miren chicas, y cuando miro habia una perrita bebe casi recien nacida toda llena de barro y con los ojitos mas tiernos del mundo, me dijo mi mama que la encontro tirada en un zanjon y yo no me la puedo quedar (decia maria mostrandome la caja) y me pregunto si me la podia quedar... y yo agarre la cajita desesperada y corri a casa y le dije a mi mama MIRA MA! ME LA PUEDO QUEDAR?? y claro que mi mama dijo que si y la criamos juntas como si fuese mi hermanita menor, si supieras cuanto la amaba a mi perra y como la amo todavia, no entiendo a la gente que no sufre cuando los pierde, yo creo q eso es porque nunca experimentaron la hermosa sensacion de llegar a tu casa y escuchar ese ladrido alegre, ese ladrido unico que explota de felicidad porque llegaste...¿quien se alegra tanto asi cuando llegas a tu casa? y recuerdo las largas charlas en la vereda, abajo del paraguas, y cuando lloraba que me ponia la patita en la pierna como diciendo que no llore mas...por dios como la extraño! y por eso te re entiendo...me re zarpe escribiendo pero queria compartir esto con vos...te dije que estan juntos, lo soñe... te adoro patito SOS INCREIBLE!

Anónimo dijo...

Hola, me encantó el artículo y como dice Gabita, me hizo llorar y es un poco lo que nos pasa a todos los que tuvimos un perro que quisimos y que se quedo con nosotros tanto tiempo. Yo tenía 5 años cuando mi tía trajo a casa a nuestro ovejero alemán de manto largo, Alex, tenía sólo 3 meses pero parecía de 1 año! Así de grande era y tan hermoso que cuando lo sacaban tenía que parar cada vez que me cruzaba con alguien porque querían verlo bien. Tratamos de entrenarlo para que sea un perro más "de guardia" pero no hubo caso, el mismo que lo entrenaba nos dijo que era inutil, que un perro tan bueno no podía adiestrarse para eso^^- Hace ya 11 años que no esta con nosotros, después de él no tuvimos a ninguno más (antes habiamos tenido 3 perros), el fue "EL PERRO" nuestro, y te aseguro que es el día de hoy que no dejo de estrañarlo. Tengo mi foto de él en mi puesto de trabajo, asi que pienso en Alex muy seguido, pero por suerte tengo muchos recuerdos que me hacen sonreír. Saludos.
samabuai.boosterblog.com